El Valle de Benasque es un lugar donde la naturaleza alcanza su máxima expresión. Aquí conviven las cumbres más altas de Aragón, los glaciares más meridionales de Europa y un sinfín de lagos de origen glaciar que sorprenden a cada paso. Pero no solo es paisaje: sus pueblos con encanto y su oferta de actividades durante todo el año lo convierten en un destino imprescindible.
El pueblo de Benasque es el punto neurálgico del valle. Pasear por su casco antiguo ya merece la visita, pero además encontrarás restaurantes, hoteles, comercios y todos los servicios que un viajero pueda necesitar.
En invierno, el esquí es el gran protagonista gracias a la estación de Aramón Cerler, una de las más destacadas del Pirineo. Para los amantes del esquí de fondo y de travesía, el lugar ideal es Llanos del Hospital, que en verano se transforma en un espacio perfecto para rutas de senderismo.
El valle cuenta con una extensa red de caminos que permiten descubrir rincones espectaculares. Hay rutas para todos los niveles, desde paseos familiares hasta travesías exigentes. Una de las más populares es la excursión al Forau d’Aiguallut, donde el agua desaparece bajo tierra creando un paisaje único.
Muy cerca de Benasque se encuentran joyas como Anciles, con sus casas señoriales, o Eriste, punto de partida para ascender al Posets, la segunda cima más alta del Pirineo. A sus pies se abre el valle de los Ibones, con lagos tan bellos como los de la Escarpinosa o los de Batisielles.
En la parte oriental del valle se alzan el Aneto y la Maladeta, guardianes de los últimos glaciares aragoneses, protegidos como Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos. Un entorno de alta montaña que conserva la esencia más pura del Pirineo.
La esencia del Pirineo está en sus valles
