Alquézar
Enclavada en pleno corazón del Somontano de Barbastro, la villa de Alquézar es uno de los pueblos más pintorescos de Aragón. Declarada Conjunto Histórico-Artístico, pasear por sus calles empedradas es como realizar un viaje a la Edad Media, descubriendo rincones que mantienen intacta su esencia y autenticidad.
La silueta del pueblo está dominada por su castillo de origen islámico, transformado en colegiata tras la reconquista. Hoy, la Colegiata de Santa María muestra en su interior un recorrido por la historia del arte, con vestigios románicos, un espléndido claustro gótico del siglo XIV decorado con capiteles esculpidos y, ya en el siglo XVI, delicadas pinturas murales que todavía se conservan.
En el casco urbano aún se aprecian restos de murallas del siglo XI, torres defensivas y otros elementos que recuerdan el carácter fortificado de la villa. Todo ello convierte a Alquézar en un auténtico museo al aire libre.
La Plaza Mayor es el corazón de la vida local y uno de los espacios más atractivos para detenerse y contemplar la arquitectura tradicional. También merece la pena visitar el Museo Etnológico Casa Fabián, una casa típica del siglo XVII donde se revive el modo de vida de la zona.
Quienes prefieran disfrutar de las vistas, encontrarán en el mirador de la Sonrisa del Viento una panorámica inolvidable del pueblo y del entorno natural que lo rodea.
Alquézar se encuentra dentro del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, un paraíso para los amantes del aire libre. Aquí es posible practicar deportes de aventura como barranquismo, escalada o senderismo, además de descubrir el arte rupestre declarado Patrimonio de la Humanidad.
Una de las rutas más populares es el camino de las pasarelas del río Vero, un recorrido accesible y perfecto para hacer en familia, que permite adentrarse en cañones, puentes y miradores únicos.
Pequeños pueblos, grandes experiencias

Además de sus pueblos más conocidos, Huesca esconde un sinfín de destinos rurales que esperan ser descubiertos: pequeñas aldeas de montaña, valles escondidos, antiguas ermitas y parajes naturales que conservan intacta la esencia del Pirineo.